Cuestión de intención

-Disculpame, tenía la intención de ir a ver la muestra, pero se me hizo tarde-, dijo Inés, mientras una tocecita seca se colaba en su garganta.

-No te preocupes, entiendo que te surgieron contratiempos-, le respondió Marita del otro lado.

Y por unos microsegundos, Inés sintió casi como una contracción en el corazón. Sabía que sí, era cierto, se le había hecho tarde para asistir a la muestra de artesanías de su amiga de la infancia, pero también, sabía que ese día habían sucedido muchas cosas, todas con mucha carga motiva, muchos sentires que la atravesaban.

Sabía que en el último tiempo invirtió mucho esfuerzo en escucharse y hacerle caso a todas a las demandas que le hacía su cuerpo, a respetar sus sentimientos y esa tarde, cuando las obligaciones laborales y de la casa habían concluido, ella sintió que debía tomarse un respiro. Anheló, una vez más, que el baño de la vieja casona que habitaba, contara con una bañera donde poder hundirse y relajarse.

Cuando comenzó desvestirse para ir a prepararse un mate, se acordó del evento de Marita, sabía el tiempo que se había tomado, todo lo que para su hermana del corazón significaba esa muestra. ¡Ay!, alcanzó a suspirar y comenzó a pensar posibles estrategias, formas de organizarse, qué ropa ponerse y cómo maquillarse a la velocidad de la luz para llegar a tiempo a la sala.

Pero la pesadez de las piernas, ganaron la pulseada y entonces se tiró en la cama para convertirse en un bicho bolita y preguntarse, por qué le pasaban esas cosas, por qué tenía que encontrarse en la encrucijada de tener que elegir a otra persona o tener que elegirse.

Se quedó allí largos minutos y por su mente pasaron numerosas imágenes y situaciones vividas a lo largo de sus 32 años, en las que siempre sucumbió ante el deseo y el capricho de otras personas o, simplemente, aceptó con la cabeza gacha las imposiciones o decisiones ajenas. Sintió que –a veces- ser adulta era un camino pedregoso y cuesta arriba.

Mientras los ojos se le llenaban de lágrimas, decidió levantarse y bañarse.

Caminó hasta el baño, se paró frente al espejo y casi parafraseando a una actriz española que admiraba, se dijo:

- ¡Vamos guapa! Anímate, que tú bien sabes que has tenido la intención…

Y la vocecita que habita en su cabeza le susurró:

-Pero a veces la intención no alcanza…

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