Profecía autocumplida
“Ya sabés, cuando quieras pasar un buen momento, avisame…”, me dijo y me guiñó un ojo. Se sentó en la cama y comenzó a vestirse. Sentí un malestar en el estómago, pero no le dí importancia. Cuando él cerró la puerta, volví a recostarme, prendí la tele, justo empezaba una peli que hacía rato quería ver. La miré un rato, pero no lograba conectarme. Apagué la tele, me levanté, dí un par de vueltas por la casa, me preparé un mate y me puse a regar las plantas mientras los grillos comenzaban a dar sus primeros conciertos a la naciente noche. Estaba echando agua al último plantero y sentí un dolor insoportable en la boca del estómago. Me tuve que sentar de cuclillas, estuve en esa posición por largos segundos. Después, mientras me sostenía por la pared, me fui incorporando de a poco. Comencé inhalar y exhalar y me fui a recostar en la misma cama, sobre las mismas sábanas, que varios minutos antes fue testigo de un acto sexual. Por instinto, me acomodé en posición fetal y sin ni...